Voces de FUKUSHIMA Vol.4 Sr. Yuichiro SATO

Mientras tanto, empezó a oscurecer. No hubo luz debido al corte de electricidad. Encendí el motor de mi carro aparcado afuera para ver la tele instalada en él .
Entonces, supe que el terremoto fue de magnitud 9.0 (en la escala Richter). El tsunami que ocurrió después del terremoto atravesó los rompeolas y arrolló a las casas, los vehículos y las personas y destrozó la ciudad. A medida que llegué a reconocer lo que estaba ocurriendo a través de las imágenes de la tele, mi miedo aumentó.
Poco a poco el rumor comenzó a difundirse. Decían que el terremoto y el tsunami dañaron el puerto de Ukedo, derrumbaron las playas, las viviendas, y los vehículos y, además, causaron muertos.

Las numerosas personas se dirigían al gimnasio y al colegio para refugiarse. La situación era muy terrible.
Ya estaba a oscuras, pero no pude dormir porque había corte de luz y tenía hambre y miedo de las réplicas del sismo. Era imposible entrar en la casa y pasamos la noche en el carro. Por la falta de sueño y con el miedo y el cansancio no me encontraba bien.
Creo que eran más o menos las 6:15 de la mañana. Oí la voz de alarma por los altoparlantes: “¡Emergencia! ¡Emergencia! ¡Refúgiense de inmediato!” Aunque no lo entendí bien, salimos en el carro a la carretera nacional. Hubo un atasco horrible. Tardamos tres horas en llegar al centro de refugio del colegio Tsushima, normalmente se tarda sólo 30 minutos.
Su gimnasio estaba lleno de los refugiados de Namie y ya no había ningún espacio. Intenté llamar a mis hermanos y mis parientes por teléfono para confirmar si estaban sanos y salvos, pero el servicio de telefonía móvil quedó interrumpido, así que era imposible tener contacto con el exterior.
En esa circunstancia, ocurrió algo que no debería producirse ni suceder. Nuestra confianza en la seguridad de la planta nuclear se desmoronó el 12 de marzo.
Dicen que se oyó un gran estruendo desde el sureste de Tushima a las 3:36 de la tarde, aunque yo no lo noté.
En aquel momento, miles de ciudadanos de Namie, casi la mitad de su habitantes, habían llegado al refugio de Tsushima. La nube radioactiva provocada por las explosiones de hidrógeno de la central nuclear de Fukushima estaba viajando con rumbo noroeste, justamente donde estábamos, pero en ese momento, no sabíamos nada. Las autoridades, el municipio y la prefectura, no nos dieron ninguna información sobre la peligrosidad. Por eso, no pudimos tomar ninguna medida para evitar la contaminación radiactiva.
Al atardecer, nos repartieron comida. Fue una bolita de arroz como un puño de bebé. No hubo nadie que hubiera comido lo suficiente desde el día anterior. Para conseguir una bolita de arroz, las personas del refugio tuvieron que hacer una fila al aire libre helado. Creo que la fuga radiactiva siguió contaminando el aire y la tierra en aquel momento. No tengo ni idea cuánta radiación recibimos. Es una sustancia que no tiene color ni olor y tampoco nos causa dolor inmediatamente, así que no teníamos miedo ni preocupación por ella.