Voces de FUKUSHIMA Vol.3 Sra. Ikuko TAKANO

Sra. Ikuko Takano
Presidenta del Comité de la Iglesia Católica de Haramachi
29 de septiembre de 2012

Desastre, Explosion en la Central Nuclear, Evacuación
La iglesia Católica de Haramachi, en la ciudad de Minamisoma, de la que soy feligresa, está situada a cinco kilómetros y medio del mar y a veinticuatro kilómetros y medio de la Central Nuclear de Fukushima Daiichi, de la Compañía de Energía Eléctrica de Tokio (TEPCO).

El terremoto de magnitud 9.0 ocurrió a las 14:46, hora local, del viernes 11 de marzo de 2011, en la región de Tohoku, y su epicentro fue ubicado en el mar, a ciento treinta kilómetros al este de Sendai, en la costa del Pacífico. Al día siguiente, se produjo una explosión en la unidad No.1 de la Central Nuclear de Fukushima Daiichi.

Las autoridades mandaron a evacuar a los pobladores que vivían en un radio de diez kilómetros, luego en un radio de veinte kilómetros y luego de treinta kilómetros. El día 14 se produjo una explosion en la unidad No. 3, cuyo ruido “PA…N!” llegó hasta donde estábamos nosotros. El día 15 hubo explosión en la unidad No.2, y asimismo se produjo un incendio en la unidad No.4, por lo cual inmediatamente las autoridades avisaron a los pobladores en un radio de treinta kilómetros que nos debíamos quedarnos bajo techo, o sea dentro de las viviendas. Nos pusimos máscara, ropa de manga larga y gorro. Cerramos las ventanas para protegernos. El alcalde de Minamisoma notificó la advertencia de evacuación y dispuso autobuses para nosotros. Sin embargo, los familiares reunidos en casa no llegábamos a una conclusión sobre la evacuación y habíamos perdido la calma en medio de las circunstancias. Después nos enteramos de que nuestros amigos de la iglesia, que vivían dentro del radio de alerta de treinta kilómetros, ya habían sido evacuados. Las autoridades ordenaron que nos quedáramos dentro del edificio, por lo que no pude visitar nuestra congregación. Más tarde, cuando vi que la iglesia no estaba destruida, me quedé menos preocupada. Luego consultamos con algunos miembros de la iglesia y definitivamente decidimos evacuar el lugar.

Daños y reparación de la iglesia
Los daños ocasionados en nuestra iglesia fueron causados por el terremoto. Era una iglesia vieja y querida por todos. En aquel entonces justo acababamos de celebrar el 60º aniversario de su fundación y habíamos terminado unas reparaciones en sus paredes, pisos y tejados. Después de este desastre increíble siguieron temblores secundarios y se produjeron grietas en las paredes de la iglesia. Los tejados fueron cubiertos por grandes hojas azules de plásticos por los constructores.

En esta iglesia no existía un sacerdote permanente, sin embargo cada semana venía uno del norte de Sendai. Desafortunadamente, a causa del gran terremoto, tanto la línea ferroviaria de Zyoban como la carretera ruta No.6 resultaron dañadas y cubiertas de escombros, y como consecuencia el tránsito quedó suspendido. Así, no hubo manera de que un sacerdote ofreciera misa en nuestra parroquia. No sabía qué hacer ni a quien consultar sobre nuestro futuro. No obstante, limpiando los cascajos que había en la iglesia, por fín pudimos a rezar juntos el sábado.

Como no llegaban correos, no podíamos saber nada de la diócesis de Sendai ni de la OP Dominicos (nuestra parroquia está a cargo de la Orden Dominicana). Preguntamos a los amigos católicos de Kita-Sendai si nos podían enviar un sacerdote. Por fin, entre los días 10 y 17 de abril llegó a nuestra iglesia el padre La Tour a dar la misa, en la cual participaron 5 o 6 personas. Hablamos de lo que podíamos hacer en adelante. Era difícil ofrecer misa debido a que estabamos bajo la condición de “evacuación bajo techado”. Encima de todo, el edificio de la iglesia era peligroso por el daño sufrido por el terremoto. En una oportunidad se realizó la misa en una casa particular situada fuera del radio de treinta kilómetros.

Ya que no era posible ofrecer una misa oficial, decidimos reunirnos los que pudiéramos para rezar los domingos. Seguíamos en la incertidumbre sobre el futuro de nuestra comunidad. Había huecos en los tejados por donde entraba la lluvia; sin embargo, no era posible hacer ninguna reparación debido a las dificultades económicas.